LA MELODÍA

En la fiesta de la Trinidad Santa y Eterna


     La melodía, una secuencia de sonidos con un sentido lógico musical; en su alma duerme la armonía. Los medievales profesaban que los astros estaban vivos y que formaban una melodía en la armonía ordenada de las esferas con sus órbitas; y ya los salmos nos advertían que la creación canta..., canta la gloria de Dios (Sal 18), hasta la carne retoza (Sal 83), modula una danza de cervatillo sobre un prado, por el Dios vivo. Sin embargo, no hay más que una melodía fundamental y fundante en todo lo que existe, sólo una armonía eterna: la Trinidad Santísima, la melodía de tres personas, la Comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; sin elementos no hay melodía, sin personas no hay comunión. 
     El Espíritu es el que sujeta las notas de esa composición eterna que se nos muestra antropomórfica y metafórica, porque la Trinidad no está compuesta, es simplicísima (hasta ese punto une el Espíritu... ¿Qué une el Espíritu si "no hay diferencia ni distinción" (Prefacio de la Santísima Trinidad)... Una comunidad de tres en una unidad de la que ese tres (do..., mi..., sol...) participan igual y totalmente (¡no hay acorde/arpegio mejor¡) No tenemos más realidad que esa, (porque sólo Dios es real) que la comunión trinitaria. Por eso todo es Comunión... (y una ronda, la del Diablo (1Pe 5, 8) que como su nombre indica --día-bolos-- es separación). Jesucristo no tenía otro modelo de realidad que el de la Comunión que había aprendido en el seno de la Trinidad; e inventó el Pan como signo de unidad --vario el trigo, uno el pan-- (1Cor 10, 16-18), la Sagrada Comunión. 
     Esto es lo que los niños y niñas que se asoman a la portada de nuestro Boletín en el día de la Trinidad Santa, han aprendido y en la que han sido inmersos sacramentalmente a través del discipulado en unas catequesis de dos años que se han modelado en manos de las arcangélicas catequistas que en reiterados sobos gratuitos de su tiempo, de sus trabajos, de sus hogares (¡Oh Marta, Evelyn y Melissa¡) han preparado para un sacramental trinitario también. Primera Comunión de nuestros niños para que la porten y dupliquen en sus hábitos dominicales, y la ostenten como un viril de oro en sus comportamientos y corazones vibrantes de infancia y claridad. Oh Trinidad Santísima, en estos niños has mostrado lo real eterno de tu ser Comunión, primera, última e irrepetible, es decir, eterna. Eterna Comunión. 

Publicado originalmente en el Boletín informativo de la parroquia de San Juan de la Cruz de Puerto Rico, nº 733 (junio 2007)


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