HELLO, PEOPLE!..

Sencillamente, espontáneamente y con cariño, con esta interjección de la lengua hablada, deseo saludar a toda la comunidad parroquial después de seis meses de ausencia; solicité al Sr. Arzobispo un semestre sabático para deponer la carga de las preocupaciones de los trabajos en esta parroquia después de dieciséis años, que había llevado con la colaboración de muchos de ustedes. El mes de julio partí con un grupo de feligreses a una peregrinación por los santuarios del Este de Europa; Alemania, Chequia, Polonia, Hungría yAustralia; al término de este viaje acompañé a un grupo de jóvenes de mi antigua Parroquia de San Francisco de Asís, en Murcia, a un encuentro con el Santo Padre en Loreto (Italia); recorrí cuatro mil kilómetros, desde el sureste del Mar Mediterráneo hasta el Mar Adriático; a mi regreso de esta segunda peregrinación me esperaba la venganza europea: un holding de enfermedades que decidieron "darle caña" a mi cuerpo después de dieciséis años sin conocer el descanso en una cama por enfermedad, aquí en Puerto Rico: una prolongada neuralgia que me llevó a caminar con mucha dificultad, una neumonía muy grave con hospitalización urgente, una gastroenteritis con muy amplia deshidratación, fiebres muy altas hasta empapar las sábanas y el colchón de la cama... Total, seis meses entre hospitales, médicos y convalecencia; de todo ello di cuenta a mi médico el Dr. y Rev. Diácono, Jorge Colón, enviándole diagnósticos, terapias y prescripciones facultativas. Les comunico todo esto no porque quiera dar importancia a esta peripecia humana, sino porque diversas personas me han preguntado con interés a veces de las circunstancias de mi enfermedad y con esta nota evito tener que repetir de forma individual, uno por uno, a cuantos se han preocupado, con muchas e intensas plegarias por su P. Párroco. Junto a esta notificación quisiera expresarles la íntima satisfacción por la fluidez pastoral y administrativa de la parroquia durante mi ausencia, que tanto los reverendos diáconos con sus colaboradores inmediatos y otros muchos feligreses han realizado en la Comunidad parroquial; a estos empeños en la obra bien hecha hay que añadir la excelente atención que presta al ministerio presbiteral el P. Panchito, el P. Rafael Guinart y sobre todo, por su más extensa dedicación, al P. Raúl. Han dispuesto ustedes de celosos sacerdotes, activos diáconos y fieles que han puesto en situación de madurez al conjunto de todo el movimiento parroquial en lo espiritual, pastoral y administrativo. El ideal de un educador es que el educado necesite cada vez menos de él, porque desde su libertad y sin necesidad de tutelas, que en un principio fueron necesarias, ahora eligen espontáneamente los valores enseñados y que han de orientar en adelante su vida humana integral. Es necesario, por otra parte, que los pastores sepamos conducir al rebaño confiado a su único salvador, el Señor Jesús, a El deben seguir, él es quien les ha redimido (vueltos a comprar), porque son precio de sangre (1 Pe 1, 9). Los párrocos pasamos, las comunidades parroquiales permanecen y es necesario que El crezca y los pastores disminuyamos (Jn 3, 30) y que los fieles, por encima de personas, defectos y torpezas..., tengan los ojos puestos en Jesús (Hb 12, 2). Mi ausencia de seis meses me ha ofrecido esa gozosa satisfacción. Gracias, gracias de verdad por su fidelidad a su Salvador, por el amor a su cuerpo que es la Iglesia. Han puesto ustedes a la Parroquia en el camino de la madurez. Lo de mis enfermedades puede esperar el tiempo que Dios quiera, pero el amor a Jesucristo nos apremia (2 Cor 5, 14) ¡Enhorabuena por ustedes!




Publicado originalmente en el Boletín informativo de la Parroquia de San Juan de la Cruz de Puerto Rico, nº 766 (enero 2008).

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