LA PROSTITUCIÓN ES UN ARCO (3)




EL NIÑO DESORIENTADO EN LA ESTIMA DE SU CUERPO


     Es necesario volver a la elegancia, al atractivo de esa maravilla que es el cuerpo: maravilla de armonía biológica, maravilla de estética, maravilla de epifanía…, es decir, de presentación de la dignidad interior. La comunicación y la comunión inicial entre los seres humanos se dan en ese espacio, el cuerpo: secuencias sonoras, miradas, caricias, golpes, desprecios, seducciones, alegría iniciada… La Fe nos dice a los cristianos que ese espacio surcado por redes de arterias, de venas, músculos, epitelios, dendritas, corrientes farádicas nerviosas… está destinada a una exaltación gloriosa e imperecedera… Por otra parte, esta materia animada está en el punto de mira de un espíritu puro caído -el Malo-, que no quiso adorar a un cuerpo, el de Jesús de Nazaret en el designio divino de la Encarnación del Hijo de Dios. La asechanza que tiene esa inteligencia diabólica sobre el cuerpo del hombre entra por una doble vía, la de la violencia destructora: la guerra, y la de la violencia seductora: la prostitución corporal. Me temo que nuestra civilización inicia el entrenamiento infantil en la prostitución de una manera imperceptible, desde la más tierna infancia; un aeróbico de este training es el silencio ¿cuántas veces se le habla al niño/a de la propia dignidad, hecha a imagen de Dios, que debe reverberar en su cuerpo? Esa reverberación se llama pudor y el espacio en que se manifiesta su esplendor es el cuerpo. Ni siquiera en la jocunda entrega de los cuerpos esponsales, el pudor es suprimido, si se ha de mantener la dignidad. En el matrimonio "no vale todo"; solamente grupos sociales primitivos y degenerados en los que no se ha llegado a mínimas catas de elegancia, pueden proponer como un axioma, "todo vale"; porque es falso, esa falsedad queda patente solo en el ethos, en el talante de un pueblo de patanes; ni siquiera determinadas especies de animales prescinden del pudor – por hablar rozando el símbolo-; hay parejas de individuos en la fauna que no se reproducen en cautividad, a la vista de todos. Iniciar a un niño/a en el pudor es adiestrarlo para la elegancia y la exquisitez… Eso no puede hacerse en un hogar de chabacanos, donde se viste (es desvite) de cualquier manera… -"Es que estamos en confianza..- ¿sabe usted?..., en el hogar, nosotros, los niños… ¿sabe usted?"  -"No, Señora, yo no se…” Ando con mucho cuidado antes de visitar un hogar, llamo siempre antes, no se con qué Tarzán o Tarzana me puedo encontrar al abrir la puerta…, livianos de pura selva virgen. Haber excepciones, haylas. Y sorpresas también. La vulgaridad reinante, a veces en las clases altas y peseteras, lleva a decir: “Mire usted, aquí las damas, los niños y las niñas vamos todo el día descalzos…, estamos en el Trópico, es nuestra cultura…” – “Lo comprendo, señora; a mi me gustaría caminar descalzo.., pero es que constipo. Y a lo que iba, ¿sabe usted lo que significa el pie descalzo de una dama, so ignorante?

(Continuará)





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