PIETAS
Hace dos años el Señor Arzobispo
nombró a nuestro Párroco miembro del Consejo de Formación para Diáconos por
espacio de seis años (1). Desde el primer momento, conociendo la gran riqueza del
Diaconado, no dejó de insistir y pujar para que la dignidad del Diácono
Católico puertorriqueño fuera respetada en función de la autoridad en la que
estaba constituido por la imposición de las manos en el marco del sacramento
del Orden, y por el servicio pastoral intenso y especializado al que era
destinado para el bien de la Iglesia. Esta preocupación le ha valido a nuestro
Párroco una renuncia a ese cargo en el Consejo Diaconal por defender a un
candidato al Diaconado; era Catedrático de Historia y especialista en la
Oración Oriental, con un Doctorado postinero por la Universidad de Valladolid;
se le quería rechazar por un tiquismiquis de fechas de citación y otras
minucias heredadas de políticas endémicas. El Señor Arzobispo, Juez por Derecho
en la Arquidiócesis, dio la razón al Padre Párroco, el candidato fue aceptado y
el Señor Arzobispo invitó al Padre Párroco, a volver a la Comisión. Allí está.
Espero que no sea ésta una impertinente reflexión, porque de lo que se trata es
mostrar el interés que tiene el Padre Párroco en formar buenos Diáconos para
fortalecer a la Iglesia. Los criterios personales de la selección de candidatos
que le orientan son tres:
- El amor a la Iglesia.
- La capacidad intelectual para una formación académica seria en las materias eclesiásticas (los candidatos al Diaconado actualmente se forman durante cuatro años, y quizás pronto serán cinco).
- La Pietas. El don de la piedad es uno de los dones del Espíritu Santo, según San Pablo (Ga 6, 22). La piedad se expresa en la apertura espontánea, gozosa y servicial a lo divino. Como es un don, tiene que salir de dentro, regalado; a tantos y tantos no les sale la piedad. El candidato al que tuviesen que estar arrastrándole siempre, instándole siempre al cumplimiento de sus deberes serviciales diaconales, es decir; que no fuese piadoso (piadoso no significa “meapilas”, sino “piadoso”) debería ser apartado, por su bien, de la posibilidad de hacerse daño a sí mismo y hacerlo al pueblo de Dios. Así procederemos en la selección de candidatos al Presbiterado.
Esta urgencia de formar
Diáconos es lo que intentó el Padre Párroco desde que llegó a esta comunidad,
en el año ’93, tuvo que esperar unos ocho años largos para presentar candidatos
al Diaconado porque estaban bloqueados los cursos por orden del Señor Cardenal
por motivos que el Padre Párroco desconoce; gracias a Dios acertó en la
selección de los tres actuales Diáconos que están cumpliendo cabalmente su
ministerio y son una ayuda sin precio para el Padre Párroco y toda la
feligresía. El día de su presentación se
dijo a los fieles que la Parroquia iba a cambiar;
y ha cambiado mucho, a veces de una
forma constatable y evidente, otras, en larguísimos silencios laboriosos junto
a sus colaboradores, con sacrificio de la propia profesión, del propio negocio,
de sus propios recursos económicos (¡el dinerín, Pistoya, el dinerín¡ - Pistoya
es un compañero de estudios en años de mocedad, que tenía un gran sentido del
ahorro-) y hasta de los almuerzos; esto no se ve, pero está ahí…
Tambíén
es por eso, uno de los motivos que alentaron al Padre Párroco a pedir un
semestre sabático, incluyendo el regalo de una cesta de Navidad con diversas
enfermedades, fue precisamente ver si la Parroquia podía ir sola desde el punto
de vista pastoral y administrativo, y por eso llamó por teléfono muy pocas
veces, las indispensables, a la Parroquia, para constatar cómo iba; pues bien,
la Parroquia puede marchar sola gracias a nuestros Diáconos y sus
colaboradores. Gracias al don de la piedad.
La Pietas.
(1). Es útil hacer subir la anécdota al rango de categoría según el arte de matizar al pensamiento lógico con los recursos dorsianos; es el mérito que puede tener lo particular cuando puede ser convertido en una consideración general apta para un cierto valor formativo que facilite la comprensión de acontecimientos y una reflexión sobre ellos. Lo escribimos a propósito de referencias localistas y anecdóticas de algunas de las consideraciones en este blog que se refieren a su publicación primera en algo tan local y anecdótico como puede ser el boletín parroquial de una comunidad, en este caso la de la iglesia parroquial de San Juan de la Cruz en Puerto Rico, donde aparecieron muchos de los contenidos de esta publicación digital.