UNA PARROQUIA CATÓLICA




Lo hemos dicho verbalmente, lo hemos escrito en este boletín: Cualquier movimiento apostólico, cualquier realidad pastoral aprobados por la Iglesia, tendrán en esta Parroquia acogida y cuidado con tal de que presenten un número mínimo de miembros para que puedan constituirse en un grupo razonable de actividad eclesial, de oración o de estudio y que, por la acumulación de propuestas pastorales, no hagan imposible la atención del Párroco y de los Diáconos.

         Nuestra Parroquia no es una suma de sectas; secta es lo que está cortado, separado, lo que es de unos cuantos frente al resto, es decir, a todos los demás, cuando se ha convertido en algo no católico. La Parroquia, como “comunidad de comunidades” necesita cierta homogeneidad para que sea algo orgánico, vivo, identificado, pero una comunidad de comunidades monocolor, con exclusión del resto parroquial, sería un carcinoma, es decir, lo que es un cáncer: Un desarrollo orgánico para la muerte, porque el cáncer vive, sus células se desarrollan… para eliminar la verdadera vida (no puedo olvidarme de esta definición, que en tiempos de la bohemia académica romana, oí desarrollar al Profesor Enricco Medi, Presidente, entonces, de una de las instancias que comenzaban a unificar a Europa, la Euratón).

         Escribo esto a propósito de ciertas experiencias desdichadas habidas en alguna parroquia en la que un determinado grupo ha intentado lentamente, sutilmente, ladinamente, dar un “asalto al poder”, marginando a otros grupos, apartando a los feligreses del centro, controlar al párroco, oponiéndose a él, “little by little”, minándole con chismes en nombre no sé de qué compromisos. Empiezan por poco y terminan, si es posible, controlando las obras que puede llevar la iglesia y hasta meter las manos en las finanzas. Antes de que pueda darse esto en nuestra Comunidad Parroquial queremos hacer las pertinentes advertencias: la Comunidad Parroquial es una concretización de la Iglesia a escala, y es monárquica-jerárquica, no sólo jerárquica, porque las democracias mejores también son jerárquicas, hay un orden o jerarquía en ellas: Un Primer Ministro no tiene el mismo rango de un ujier encargado de abrir y cerrar las puertas del Parlamento (seamos precisos en el uso de las palabras, porque hay muy mala ortografía, prosodia, sintaxis y semántica sueltas por ahí, incluso en quienes tiene maestrías harvardianas) y se ordenan con el gobierno clerical del Presbítero y los Diáconos.

         En nuestra Parroquia hay tres realidades pastorales por ahora: El Movimiento de Comunión y Liberación, que se reúne en un salón del primer nivel todos los viernes, a las 8:00 pm. con el Padre Párroco y un Diácono; el Movimiento Mariano de Schoenstatt, que se reúne los segundos jueves de mes, a las 8:00 pm, con un Diácono en el salón número uno del segundo nivel que, desde las Conferencias Marianas en el mes de mayo, a las 7:30 pm, se llamará Salón de Nuestra Señora de Schoenstatt…, y el Camino Neocatecumenal, que se reúne en los salones número 1, 2, 3 y 4 del segundo nivel a las 8:00 pm, los martes, miércoles y jueves, y todos los sábados a las 6:30 pm y a las 8:00 pm. para celebrar la Eucaristía en el 2º, 3º y 4º salón del segundo nivel. El Padre Párroco atiende a las comunidades los martes, los jueves y los sábados. El Camino Neocatecumenal dispone de más horas semanales y más salones por el número más elevado de miembros y que, por ello, necesitan más tiempo y espacio. No se trata de concederles privilegios injustos, sino de salir al encuentro de sus necesidades. La Parroquia, esta Parroquia, no se identifica en exclusiva con ninguno de estos grupos, los integra, los atiende y los cuida en función de su mayor o menor necesidad con respecto a los demás grupos, e intenta que ninguno de ellos pretendan invadir la liturgia, la espiritualidad y cualquier actividad de los demás. El Movimiento de Cursillos de Cristiandad, quizá comience a actuar a partir del primer domingo de junio (por haber sido una oferta de última hora, no he podido tratar esto todavía con los Diáconos). Acerca de todo esto, solo quedaría enfatizar que todos los feligreses -¡todos!- (esto es la catolicidad) han estado siempre invitados a formar parte de cualquier actividad y movimiento en nuestra Parroquia, nadie ha sido excluido. Una feligresa me preguntaba hace unos días que si el Camino Neocatecumenal iba a impregnar todas las actividades de la Parroquia: -No, Señora, no; ni el Camino Neocatecumenal, ni el Movimiento de Comunión y Liberación, ni el Movimiento Mariano de Schoenstatt, ni el Movimiento de Cursillos de Cristiandad impregnarán, excluyendo a los demás, la actividad espiritual, litúrgica y pastoral de esta Parroquia, al menos mientras este Párroco siga siendo mantenido en el servicio por el Señor Arzobispo; de lo que puedan hacer párrocos sucesivos, este párroco no puede responder, sólo sabe que para que todas las realidades pastorales perseveren y sean respetadas por los párrocos, no deben pretender ponerse por encima las unas sobre las otras; esto de las impregnaciones exclusivas y excluyentes es un fú-fú (me está saliendo letra de una copla violetera fú-fú…, fú-fú...).


         Ha resultado sin quizás este editorial algo largo, pero era necesario salir al encuentro de peligros venideros y que ya comenzaban a ser detectados por algunos feligreses. Porque no hay que olvidar que dos son los polos imantadotes del pastor: Que nadie se pierda y que el rebaño no sea confundido con la mentira, la arrogancia y el destrozo sectario. Es posible que este mismo editorial cree perplejidad, pero no se podrá decir que no se escribió alto y claro (¡Arremángate, Papo, que viene Rivera!).

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