“Vendrá un tiempo en que
los hombres apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas”. (2
Tm 4, 3-5)
Las
fábulas. La novelería. La pérdida de la gravedad. La ley de la gravedad se
establece teniendo en cuenta la masa de los cuerpos y sus distancias. El vacío
carece de masa y de distancia. El catolicismo al uso de tantos paganos
bautizados, sin dejar de ser paganos, es sólo eso: el rito bautismal vacío. Qué
pena, Papo, tu pueblo quiere fábulas, un culto dominical que ellos han
convertido en un vudú…, no quiere preocupaciones, porque pensar hace sufrir,
trabajar hace sufrir…, sólo es liviano el trago, el lechón y la charlatanería y
otra cosita más grave, que la decencia y el respeto a las personas, que me
rodean mientras dicto este editorial, me impiden decir. Es decir: la fábula.
Tu
pueblo católico, apostólico, romano tiene un problema, un problema de
sensibilidad; de estética, ahí está todo; la belleza ha quedado reducida a unos
márgenes sensualoides de telenovela, que congregan a tantas familias católicas
alrededor del estúpido santuario de la televisión, convertidas en zombies, en
aleladas gentes que ha fundado la vida humana en un tubo de hidrógeno que parte
de la boca y termina en sálvese la parte. Esa es la vida de los fabulistas y de
los fabulados, el tubo de hidrógeno que se abre al exterior para tragar y que termina
en las cenizas mortuorias de una urna de galletas. Para su curación, en nuestra
parroquia, se nombró como patrón e intercesor en el cielo, a un poeta, a San
Juan de la Cruz; frente a la fábula frívola, él representa lo esencial; frente
a la chabacanería de ritos y de muecas de baja y mala calaña, él representa la
elegancia del verso y la palabra tallada como un diamante, que expele el fulgor
lumínico de un estilete, hiriendo a los ojos que saben ver, porque los ojos de
los otros, de los fabulistas y de los fabulados, tienen la piel viscosa y
húmeda de los batracios vagos, panzones, con papadas en la garganta que sólo
saben croar a la alta luna “con su polisón de nardos”, porque la luna vuela sin
moverse en el cielo, el batracio tiene que moverse dando saltitos en el légamo.
Como
este editorialista no quiere escribir para los paganos puros, sino para la
enmienda de tantos paganos bautizados sin abdicar de las fábulas, te tengo que
recordar, Papo, que ese tiempo del que hablaba San Pablo…, ya ha llegado. Sal a
la ventana y contempla la estolidez del mundo. Es un espectáculo gratis, sin
iVA, el que le sale más económico al Ayuntamiento de San Juan. Ya lo decía, aunque tenía mucho más de poeta
que de profeta Luis Palés Matos (y te lo decía a ti, Papo, que estás podrido de
dinero): “Mi pueblo se muere de nada”. Viva San Juan de la Cruz, Príncipe de
los poetas españoles, nuestro Patrón¡ Y la inefable poesía surrealista.
San Juan de Puerto Rico, 13 de diciembre de 2009.
Fiesta de San Juan de la Cruz.