PAPO !QUE NO TE CONFIESAS!

 


Amigo Papo: Te dirijo esta segunda carta cuaresmal para hacerte un servicio, a ti, que dices que tienes mucha fe.  Uno de los mandamientos de la Iglesia --son cinco ¿los sabes de memoria?-- es "confesar, por lo menos una vez al año". Hace meses, años, que no te confiesas --claro, como no existe el pecado...--, y sin embargo comulgas sin confesar, con pecados graves, quizá para que tus hijos no te digan "Papi ¿y tú por qué no comulgas?" O tu mujer no sospeche nada de tus cambalaches con Rosita, la soltera... Y el caso es que tú lo sabes bien: robas en tu negocio y compartes ganancias pingües con tus socios, algunos politiqueros, algunos banqueros... desprecias a tus empleados, engañas a tu mujer, bebes más que una cuba, blasfemas en los embotellamientos... Ya empezaste, siendo jovencito, empleado en una tienda de ropa, y no tenías el money que tienes ahora y que amasaste a base de robos, porque los salarios que te asignas, y que te permiten bote, casas, viajes, fiestorras con amigotes y amigotas... no pueden asignarse sin robar. Sé que no te gustan estos editoriales y que abandonas tu parroquia y te vas a repostar gasolina a otros sitios, como si tu parroquia fuera un surtidor de combustible, pero terminas por volver, algo te dice que necesitas oír algunas cosas, ya el vicioso rey Herodes oía con gusto a Juan el Bautista en la cárcel; bien, por si vuelves esta Cuaresma a tu parroquia, lee lo que decía el Santo Padre el domingo, día 15 de febrero, después del rezo del Angelus...  porque estás leproso, Papo, aunque haces todo lo posible para librarte de la lepra del siglo XXI, el sida. Estás leproso: 

    Jesús le dijo al leproso: 'queda limpio'.  Los pecados que cometemos nos alejan de Dios y, si no se confiesan humildemente, confiando en la misericordia divina, llegan a producir la muerte del alma. Este milagro reviste, por tanto, una intenso significado simbólico. Jesús, como había profetizado Isaías, es el Siervo del Señor, quien "cargó con nuestras dolencias y soportó nuestros dolores" (Is 53,4). Con su Pasión, se convertirá como en un leproso, impuro por nuestros pecados, separado de Dios: todo esto lo hará por amor, con el objetivo de alcanzarnos la reconciliación, el perdón y la salvación. En el sacramento de la Penitencia Cristo crucificado y resucitado, a través de sus ministros, nos purifica con su misericordia infinita, nos restituye la comunión con el Padre celestial y con los hermanos, nos ofrece el don de su amor, de su alegría y de su paz.

    Queridos hermanos y hermanas: invoquemos a la Virgen María, a quien Dios preservó de toda mancha de pecado, para que nos ayude a evitar el pecado y a recurrir frecuentemente a su sacramento de la confesión, el sacramento del perdón, que hoy debe ser descubierto aún más en su valor y en su importancia para nuestra vida cristiana.

    Confiésate, Papo, no hueles bien, aunque te "sprayes" (de spray) con litros de perfumes Dior o Legrain-Paris. !Hala¡


Publicado originalmente en: Boletín Informativo Parroquia San Juan de la Cruz, nº 827, marzo 2009)

Créditos imagen: Wikimedia Commons

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